LA OTRA EDUCACIÓN
Siento deciros, hijos
míos, que el sistema educativo actual está obsoleto y que no cambiará. Así que
dedicaré mis esfuerzos a educaos de otra forma distinta a la convencional. Mi
misión como padre será, pues, educaros para “ser”. Ya se encargará la cultura y
la sociedad de hacerlo para “tener”.
En este sentido, os
educaré para que comprendáis que sois únicos, que poseéis un potencial
intrínseco que os diferencia de los demás. Eso sí, como ellos también son
únicos, así deberéis tratarlos. Tendréis, pues, que respetarlos y exigirles
asertivamente que ellos hagan lo mismo con vosotros. Por tanto, os educaré para
que os aceptéis a vosotros mismos tal y como sois, y a que hagáis lo propio con
los demás y con la realidad. Ahí radica vuestra identidad, de la que intentaré
no apartaros. Cometeré errores, por supuesto, pero aprenderé de ellos.
Como os ayudaré a diseñar
el camino para llegar a ser lo que queráis ser, os inculcaré que necesitaréis
esforzaros en lo que depende directamente de vosotros. Por tanto, os educaré
para que no tengáis miedo a la libertad, aunque os encontraréis a muchos que
intentarán impedirlo para su propio interés. Es decir, que tenéis el derecho a
vivir la vida que os dé la gana vivir. Eso sí, sin causar mal y sin hacerlo a
costa de nadie. Además, es muy probable que en algún momento de vuestras vidas
haya alguien que dependa de vosotros, por lo que no deberéis olvidar nunca la
responsabilidad que esto supone.
Por otra parte, os educaré
para que no os empequeñazcáis, aunque esto solo lo lograréis cuando tengáis un
exhaustivo autoconocimiento, ya que ahí comienza la auténtica libertad y la
justa autovaloración. De igual forma, os educaré para que no presumáis de
vosotros mismos, ya que si lo hacéis, los demás os utilizarán para su propio
interés.
Os educaré para que
siempre tengáis la mente abierta. Así sabréis escuchar y ser creativos. Una
mente que os permitirá soñar alto para progresar y que os hará tener los pies
en la tierra.
Os educaré para que sepáis
comprender vuestros sentimientos más profundos, pues estos nunca os engañarán.
Disfrutaréis, pues del amor verdadero. Es decir, que os educaré para que seáis
fieles a vuestra verdad, para que seáis auténticos, para que os améis. Solo así
podréis apostar por el “valor” y no por el “éxito”. Para ello, memorizad estas
cuatro As, por favor: Actitud, Atención, Afectividad y Autenticidad. Ya os las
iré explicando poco a poco con mis acciones cotidianas.
En definitiva, os educaré,
y sé que no me equivoco, para que viváis de acuerdo a vuestra propia identidad,
que es el mejor regalo que os ha dado la naturaleza. Por lo que os ayudaré a
que comprendáis que esto se consigue cuando desarrolléis lo que más os
apasiona. A partir de ahí, tendréis que enfocar toda vuestra energía, toda
vuestra inteligencia y todo vuestro amor a desarrollar esa pasión, a
desarrollar ese potencial intrínseco. En él radica vuestra excelencia.
Para terminar, cuando algo
de esto no lo entendáis, ¡preguntadme, por favor! De la pregunta se alimenta el
aprendizaje y la sabiduría.
José Carlos Arroyo Sánchez
Orientador filosófico,
coach y escritor
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