Una persona vive de acuerdo a su propia identidad cuando desarrolla su propio potencial. Cuando lo hace es capaz de lograr prácticamente todo lo que se proponga. Conoces a muchas personas así. Lo consigue porque enfoca toda su energía, utiliza toda su inteligencia y entrega todo su amor a desarrollar ese potencial porque eso le apasiona. Entonces entra en estado de flujo y disfruta de lo que está haciendo.
La filosofía para niños que yo practico va en esta línea. Si bien, trabajamos también el espíritu crítico del niño para que se pueda convertir en un ciudadano moral que sepa solucionar sus conflictos dialogando de forma asertiva. Para ello, opinamos y debatimos entre todos sobre conceptos educativos tales como: amor, mentira, miedo, violencia, libertad, atención, esfuerzo, etcétera. Todos ellos fundamentales para sentirse pleno interiormente y para disfrutar felizmente de la vida.

viernes, 30 de enero de 2015



Lo que pretendo como niño


Lo que pretendo es llegar lejos sin ir deprisa,
pero la sociedad de la inmediatez y el relativismo me asfixia.
¡He de potenciar mi paciencia!

Lo que pretendo es diferenciar lo importante de lo urgente,
pero los estímulos del exterior me seducen.
¡He de trabajar mi desarrollo personal!

Lo que pretendo es perseguir mis sueños y hacerlos realidad,
pero la apatía popular debilita mis expectativas.
¡He de luchar!

Lo que pretendo es potenciar mi mente y mi espíritu,
pero mi imagen y mi entorno me dominan.
¡He de conocerme a mí mismo!

Lo que pretendo es disfrutar de mi libertad,
pero no paro de quejarme continuamente.
¡He de potenciar mi responsabilidad!

Lo que pretendo es progresar y evolucionar,
pero mis creencias no me dejan.
¡He de reinterpretar!

Lo que pretendo es transitar mi camino disfrutando del paseo,
pero algunos de los que me rodean me empujan y me hacen caer.
¡He de saber levantarme!

Lo que pretendo es diferenciarme para dejar de ser convencional,
pero mi poco atrevimiento y mi cultura lo dificultan.
¡He de vencer mis propios miedos!

Lo que pretendo es aprovechar al máximo mi vida,
pero me encanta la pasividad.
¡He de actuar!

Lo que pretendo es emocionarme y apasionarme por todo,
pero mi razón aplica rápidamente su férula.
¡He de guiarme por mi corazón!

Lo que pretendo es disfrutar de lo bella que es la sencillez,
pero mi poca atención me distrae.
¡He de aprender a escuchar!

Lo que pretendo es aprender cada día de ti,
pero mi ego me domina.
¡He de reconocer mi humildad!

Lo que pretendo es vencer en soledad mis malos momentos,
pero me abandono al placer inmediato y no lo consigo.
¡He de dejar de autoengañarme!

Lo que pretendo es ayudar y facilitarle la vida a los demás,
pero convierto sus retos en mis necesidades.
¡He de eliminar el apego!

Lo que pretendo es ser un espíritu crítico y moral,
pero los políticos y el dogmatismo anulan mi conciencia.
¡He de pensar!

Lo que pretendo es dar siempre el máximo de mí,
pero en ocasiones me excedo ocasionando mal.
¡He de autorregularme!

Lo que pretendo es tener clase y alcanzar la excelencia,
pero los envidiosos tratan de desvalorizarme continuamente.
¡He de resistir el daño emocional!

Lo que pretendo es no tener enemigos y ser buena persona,
pero no siempre lo consigo y sufro por ello.
¡He de entender que no depende solamente de mí!

Lo que pretendo es decir “no” sin herir a los demás,
pero no sé cómo hacerlo.
¡He de ser asertivo!

Lo que pretendo es sacar lo mejor de ti,
pero no expresas tus sentimientos y opiniones.
¡He de saber preguntar!

Lo que pretendo es reconocer mi vulnerabilidad,
pero el miedo al fracaso social me paraliza.
¡He de trabajar mi interior!

Lo que pretendo es vivir de acuerdo a mis valores,
pero no puedo prescindir de lo material.
¡He de potenciar mi autenticidad!

Lo que pretendo es saber aceptar las críticas,
pero el pánico a reconocer mis errores me lo impide.
¡He de reírme de mi propia vida!

Lo que pretendo es tratar a las personas como fines en sí mismas,
pero mi egoísmo hace que las trate como medios.
¡He de ser ético!

Lo que pretendo es que el verdadero amor forme parte de mi vida,
pero no estoy dispuesto a dar sin pedir nada a cambio.
¡He de ser un generoso incondicional!

Lo que pretendo, en definitiva, es ser feliz,
pero busco esa felicidad fuera de mí.
¡He de encontrarle un sentido a mi vida!

J. Carlos Arroyo Sánchez
Orientador filosófico, coach y escritor 

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